La enfermedad de Alzheimer y su relación con la microbiota intestinal.

La enfermedad de alzheimer y su relación con la microbiota intestinal

La Enfermedad de Alzheimer (EA) es una enfermedad cerebral que ocasiona problemas relacionados con la memoria, el pensamiento y el comportamiento. Hace más de 100 años, la Enfermedad de Alzheimer se describió como una patología extremadamente rara y, de hecho, era poco común. Hoy en día, parece uno de los desafíos médicos, sociales y económicos más importantes que enfrenta el siglo XXI.

La creciente esperanza de vida, la dieta rica en azúcares y grasas y el estilo de vida sedentario han provocado una propagación exponencial y similar a una epidemia de la enfermedad en diversas localidades y estratos sociales, por lo que, en la actualidad más de 50 millones de personas en el mundo padecen la Enfermedad Alzheimer a la que nos referimos como demencia y se espera que esta cifra se triplique para 2050 (Wisniewski, 2019). 

Hasta ahora se daba por hecho que la edad avanzada, los antecedentes familiares y genes eran los principales factores de riesgo, sin embargo, el rápido aumento de la Enfermedad de Alzheimer en la población no se puede explicar solo atendiendo estos factores, sino que comienzan a hacerse relevantes otros como los relacionados al estilo de vida (tabaquismo, sedentarismo, dieta, escasa actividad intelectual, entre otros) y las enfermedades como hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2 (DM2) y enfermedades cerebrovasculares. Sin embargo, en los últimos años se ha visto que otro factor importante que se podría asociar al desarrollo de EA es la alteración en la composición de la microbiota intestinal, que está relacionada con diversas enfermedades (obesidad, DM2, hipertensión, depresión, síndrome metabólico) y todas ellas como factores de riesgo de la Enfermedad de Alzheimer (Rinninella et al., 2019).

Se entiende por microbiota intestinal a la comunidad de microorganismos presentes de manera natural en el intestino, que conforman una relación simbiótica con el cuerpo humano, llevando a cabo funciones inmunes y metabólicas de manera conjunta (Rinninella et al., 2019). La microbiota intestinal está constituida en su mayoría por bacterias, pero también hay hongos, virus y protozoos.

Se ha comprobado que la microbiota intestinal humana modula la función y el comportamiento del cerebro a través del eje microbiota-intestino-cerebro. Este eje tiene un carácter bidireccional y actúa a diferentes niveles: nervioso, endocrino, inmune y metabólico (Cammann, Cummings, Zhang, et. 2023). Cuando la composición de la microbiota intestinal se ve alterada (disbiosis) se produce una inflamación generalizada por el incremento de citocinas proinflamatorias. Esta inflamación es la que provoca que sea más permeable la barrera intestinal y se escapen productos metabólicos de las bacterias que pueden llegar al torrente sanguíneo, atravesar la barrera hematoencefálica (BHE) y desencadenar diferentes consecuencias en el sistema nervioso central (SNC). Estos acontecimientos parecen ser determinantes en el origen y evolución de la Enfermedad de Alzheimer y otras enfermedades de carácter neurodegenerativo. Muchas líneas de investigación se centran principalmente en la modulación de la microbiota intestinal mediante la suplementación de la dieta con probióticos y prebióticos, e intervenciones en la microbiota que permitan restablecer su estado de homeostasis necesario como lo es la práctica de ejercicio físico (Giau et al., 2018). 

Los probióticos son bacterias que tienen un efecto beneficioso sobre la salud del receptor, mientras que los prebióticos son principalmente alimentos con alto contenido de fibra que actúan como nutrientes para la microbiota humana. Los prebióticos se utilizan con la intención de mejorar el equilibrio de estos microorganismos. En esta situación, los probióticos y prebióticos, como las bacterias del ácido láctico ( Lactococcus, Lactobacillus, Leuconostoc, Pediococcus y Streptococcus) y Bifidobacterium, han llamado la atención como tratamiento para retrasar el deterioro cognitivo y reducir el riesgo de la Enfermedad de Alzheimer (Pluta, Ułamek-Kozioł, Januszewski & Czuczwar, 2020).

Además, se ha demostrado que el consumo de productos lácteos fermentados con probióticos no sólo beneficia la actividad cerebral normal, sino que también provoca una mejora cognitiva significativa en pacientes con Enfermedad de Alzheimer. Estos efectos pueden ser causados ​​por la restauración de la microbiota intestinal, pero también por el efecto contrario a otros eventos patológicos asociados con la Enfermedad de Alzheimer, como el estrés oxidativo.

Casi el 60 % de la variación en el microbiota intestinal es atribuible a la dieta; por lo tanto, modular la microbiota intestinal a través de la dieta podría ser un enfoque eficaz para reducir la inflamación asociada con la Enfermedad de Alzheimer; una alimentación rica en fibra; frutas, verduras, leguminosas y alimentos fermentados (yogurt, jocoque, kéfir, chukrut) promueve la diversidad bacteriana y la salud intestinal. Por otro lado, una dieta alta en grasas saturadas, azúcares refinados y alimentos ultraprocesados puede alterar negativamente la microbiota intestinal (Wisniewski, 2019). 

 

Referencias 

  • Cammann, D., Lu, Y., Cummings, M. J., Zhang, M. L., Cue, J. M., Do, J., Ebersole, J., Chen, X., Oh, E. C., Cummings, J. L., & Chen, J. (2023). Genetic correlations between Alzheimer’s disease and gut microbiome genera. Scientific reports, 13(1), 5258. https://doi.org/10.1038/s41598-023-31730-5
  • D., Lu, Y., Cummings, M. J., Zhang, M. L., Cue, J. M., Do, J., Ebersole, J., Chen, X., Oh, E. C., Cummings, J. L., & Chen, J. (2023). Genetic correlations between Alzheimer’s disease and gut microbiome genera. Scientific reports, 13(1), 5258. https://doi.org/10.1038/s41598-023-31730-5
  • Giau, V. V., Wu, S. Y., Jamerlan, A., An, S. S. A., Kim, S. Y. y Hulme, J. 2018. Gut microbiota and their neuroinflammatory implications in Alzheimer ́s disease, Nutrients, 10:1765.
  • McGrattan, A. M., McGuinness, B., McKinley, M. C., Kee, F., Passmore, P., Woodside, J. V., & McEvoy, C. T. (2019). Diet and Inflammation in Cognitive Ageing and Alzheimer’s Disease. Current nutrition reports, 8(2), 53–65. https://doi.org/10.1007/s13668-019-0271-4.
  • Rinninella, E., Raoul, P., Cintoni, M., Franceschi, F., Miggiano, G. A. D., Gasbarrini, A. y Mele, M. C. (2019). What is the healthy gut microbiota composition? A changing ecosystem across age, environment, diet and disease, Microorganisms, 7:1-22.
  • Romanenko M, Kholin V, Koliada A and Vaiserman A (2021) Nutrition, Gut Microbiota, and Alzheimer’s Disease. Front. Psychiatry 12:712673. doi: 10.3389/fpsyt.2021.712673.
  • Pluta, R., Ułamek-Kozioł, M., Januszewski, S., & Czuczwar, S. J. (2020). Gut microbiota and pro/prebiotics in Alzheimer’s disease. Aging, 12(6), 5539–5550. https://doi.org/10.18632/aging.102930 
  • Wisniewski, T. (Ed.). (2019). Alzheimer’s Disease. Codon Publications. 

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