Bibliomancia: ¿Por qué es necesaria la Interculturalidad?

Bibliomancia: ¿Por qué es necesaria la Interculturalidad?

“Todo el que tiene algo que decire
es un extranjero en su propia lengua” – M. Moratti.
 

 

Dr. Mauricio Fernando Miranda Salazar 
Director de Información y Servicios Académicos 

Hace muchos años, un maestro chileno experto en Psicoanálisis nos describía aspectos fundamentales para la educación. Hablaba de la naturaleza de los recuerdos, de la configuración de las emociones y de cómo el aprendizaje y la resolución de problemas resultan placenteros; aunque a veces tengamos una concepción contraria, por ejemplo, que las matemáticas son desagradables o que es aburrido conocer la historia. 

En resumen, yo disfrutaba aquella clase hasta que el profesor hizo una pausa y preguntó: “Levante la mano quienes hayan leído a Octavio Paz”. Casi nadie lo hizo en aquel salón de posgrado. Al profesor le parecía impactante que no conociéramos a un pensador de nuestro país, cuyas ideas habían alcanzado reconocimiento mundial. Sentí pena de que en otros países apreciaran lo nuestro, siendo que deberíamos ser las y los primeros en valorar el arte y la cultura propias, pero también, en aquel momento, me di cuenta de que no sabía de las y los pensadores de Chile.   

Conocerlos resultaba importante. En primer lugar, porque las creaciones intelectuales y artísticas nos hacen más competentes para comprender nuestro mundo y nuestra persona, no son un conocimiento que se acumula pasivamente en nuestra memoria, sino que se vuelve parte de nuestra capacidad para pensar y así es como logramos ser más sensibles a los problemas de la humanidad, así es como podemos acercarnos a soluciones globales. 

Pero ¿por qué de Chile y no de otros países? Aquel profesor también nos hizo notar durante el diálogo, que durante muchos años Latinoamérica ha volteado a ver a Estados Unidos y a Europa, y se ha dejado de ver a sí misma. Un fenómeno que se conoce como colonización del pensamiento. Cuando pensamos en un intercambio, por ejemplo, muchas veces sólo vemos esa parte del norte. No es que Estados Unidos o Europa no tengan qué aportar, todo lo contrario; el problema radica en creer que los países latinoamericanos estamos vacíos o que tenemos muy poco para brindarle al mundo.  

La forma de decolonizarnos, de salir de ese calabozo conceptual, es un diálogo intercultural crítico y, en aquel momento en el aula, teníamos esa oportunidad Chile y México. Podíamos intercambiar ideas y conocernos más a fondo, pero eso hubiera sido todavía mejor si hubiéramos leído más de Chile. Y quizá ese diálogo nos habría llevado a Perú, y luego a Alemania y a la India y de regreso a México, al reencuentro con los pueblos originarios. 

Es en estas redes que se construyen valorando lo diverso que se puede buscar activamente la comprensión de las y los otros, porque ¿de qué otra forma podríamos ponernos de acuerdo para resolver los problemas globales? Muchas veces consideramos que esto únicamente es posible mediante un liderazgo fuerte, de alguna de las grandes potencias –otra vez la colonización del pensamiento–, pero mientras no nos desarrollemos como humanidad, las soluciones para nuestras problemáticas más graves sólo serán transitorias. 

La interculturalidad, esa capacidad de sentir y entender a las personas de otras naciones, de construir a partir de la riqueza de la diversidad, no sólo es una necesidad para resolver crisis tan graves como el cambio climático, sino que resulta urgente como parte del proceso educativo en todos los niveles. Es en este contexto que las Segundas Jornadas de Interculturalidad de la Universidad Iberoamericana León resultan un evento sumamente pertinente. Sin la interculturalidad perdemos la posibilidad de que nuestra mente abarque una realidad más amplia, que sea capaz de disfrutar más de su existencia y su entorno, que pueda condolerse ante el sufrimiento de las y los otros; se pierde, como decía aquel maestro, “la oportunidad de vivirnos más a fondo”. 

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