Feria de la Salud en Ladrilleras del Refugio: Iniciativa estudiantil al servicio de la comunidad

Feria de la Salud en Ladrilleras del Refugio: Iniciativa estudiantil al servicio de la comunidad

Mario Alejandro Montemayor González S.J.

Por motivos funcionales y estéticos nuestra casa de estudios ha construido la mayoría de sus paredes de ladrillo color rojo, un modo clásico de construcción. Para forjar la dureza de este antiguo material arquitectónico se necesita del fuego y la tierra. Ambas son características que encarnan en su vida habitantes de la comunidad las Ladrilleras del Refugio, quienes han trabajado en la técnica artesanal de su elaboración las últimas décadas. Uno de sus pobladores nos narra, durante un visiteo, que hace 37 años fueron reubicados por autoridades municipales en las afueras de León de los Aldama de aquel entonces. Ahora es una pequeña localidad rústica y tradicional situada a un costado del Eje Metropolitano, a unos 15 minutos de viaje automovilístico de la IBERO. La mancha urbana ya los ha alcanzado. 

Estudiantes universitarios de disciplinas de la salud (de la IBERO y de la UG) han tomado la iniciativa para organizar un evento que congregue a especialistas de la salud y que brinde apoyo a una comunidad en donde los servicios de salud casi no alcanzan a llegar, a este espacio se le ha denominado Feria de la Salud.  

Este evento responde a invitaciones que emergen al acompañar a la gente que vive cercana a la IBERO. En Semana Santa de este año estudiantes del Programa de Liderazgo Ignaciano Universitario Latinoamericano (PLIUL) participaron en un proyecto de misiones en la comunidad. Un elemento central de esta misión es la visita a las familias. Estudiantes y acompañantes se adentraron en el área de trabajo, donde familias tienen pequeñas unidades productivas, campos extensos para trabajar y hacer el ladrillo que se vende en la ciudad. En muchos de estos talleres residen pobladores en condiciones de alta marginalidad y alejados de apoyo social. Hay más de 50 ladrilleras que operan en esta comuna, cuya seguridad jurídica todavía no alcanza a ser enmarcada bajo la protección de la ley.  

Las Religiosas del Sagrado Corazón de Jesús han acompañado procesos comunitarios en este espacio urbano de raigambre leonesa. Trabajan junto a las escuelas y a la parroquia de Duarte. La presencia de las religiosas entre la gente ha logrado eslabonar un modo de sinergia que permite a mujeres organizarse en redes vecinales, conocidas como REVES. Este colectivo ayuda en el vínculo comunitario y posibilita que el refuerzo institucional desde la IBERO pueda tender un puente con iniciativas estudiantiles, como este caso. 

El pasado 1 de octubre alrededor de 70 estudiantes de nutrición, psicología, medicina, leyes, entre otras, organizaron una mañana para tener un encuentro con la gente de esta colonia. Asistieron especialistas médicos: pediatría, medicina familiar, ginecología, rehabilitación, angiología, etc. Asimismo, tuvieron lugar talleres para niños y niñas en cuidados diversos. Se diseñaron e impartieron espacios lúdicos que abonaron a una cultura del cuidado, a la educación para la convivencia y en la construcción del tejido social y la paz. Por otro lado, se ofrecieron servicios gratuitos del Despacho Jurídico de la universidad. 

En la feria de la salud hubo poco menos de 100 consultas médicas en la escuela primaria pública “Josefa Ortiz de Domínguez”. Se prestaron las instalaciones para que la concurrencia tuviera lugar, y así fue. Además, se acopiaron medicamentos que hacen que la consulta vaya acompañada de los mismos. Verdaderamente, la feria de la salud se ha vuelto un espacio de gratuidad, intercambio y cercanía, donde el estudiantado y profesorado pueden solidarizarse junto a la realidad de personas que viven en las periferias de esta urbe. 

Personalmente, me tocó visitar a doña Consuelo y su familia, vecina de la escuela primaria. Una señora afable y platicadora que nos compartía lo difícil que ha sido sobrellevar el escenario posterior a la pandemia. Ella, lamentablemente perdió a su esposo a causa del contagio del COVID. No obstante, ha encontrado formas en seguir manteniendo la unidad familiar con sus hijos y nietos. A ella también se le pudo apoyar con asesoría jurídica de estudiantes de derecho. 

Esta jornada de salida y encuentro nos ofrece pistas de cómo la Universidad puede salir de sí misma y mirar los contextos sociales y culturales de su entorno cercano, donde la desigualdad social es más que evidente. Estar cerca de la gente de las Ladrilleras nos orienta hacia futuros más amables e inclusivos (de esos, donde nos imaginamos menos muros en nuestros espacios cotidianos). Agradecemos a la comunidad de las Ladrilleras por ayudarnos a formar hombres y mujeres para los demás, donde la primacía de la construcción de mundos más humanizantes y más justos adquiera la relevancia que demanda el quehacer de una universidad jesuita. 

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