Inflammaging e inmunocenescencia, ¿Cómo afecta a los adultos mayores?

Inflammaging e inmunocenescencia, ¿cómo afecta a los adultos mayores?

El Inflammaging es un término que combina las palabras “inflamación” y “envejecimiento”; por lo tanto, se puede definir como un estado inflamatorio persistente de bajo grado característico del envejecimiento.

Ese estado inflamatorio es ocasionado por alteraciones en los mecanismos de funcionamiento de nuestro cuerpo a lo largo de la vida, como puede ser una fractura; el tabaquismo o consumo de sustancias nocivas; enfermedades que van desde una gripa o tos; e incluso el estilo de vida y alimentación, etc.; y que, finalmente, desencadenan la activación del sistema inmunológico como mecanismo de defensa ante estas situaciones de estrés y agresión al organismo.

Al activarse nuestro sistema inmune, se liberan diversas sustancias “proinflamatorias”; es decir, que producen una inflamación, y que son conocidas como “citocinas”, las cuales son pequeñas proteínas que ayudan al sistema inmune a cumplir su función, pero que, ante una exposición persistente a éstas, se favorece un daño a nivel molecular, celular, de órganos y sistemas en nuestro organismo. Además de que disminuye la capacidad de respuesta ante nuevos agresores y favorece la producción de “especies reactivas del oxígeno” o radicales libres, las cuales son moléculas que pueden ocasionar la muerte de diversas células al dañar el ADN, ARN y proteínas.

El inflammaging se considera como una inflamación de bajo grado debido a que no presenta síntomas visibles en su momento, sino que conforme el cuerpo se expone a las situaciones de estrés o agresión, será el grado en que abonará en el desarrollo de enfermedades en la adultez mayor. Entre éstas se encuentran:

  • Enfermedades cardiovasculares
  • Diabetes mellitus tipo 2
  • Enfermedad renal crónica
  • Cáncer
  • Depresión
  • Demencia o Alzheimer
  • Osteoporosis
  • Sarcopenia (pérdida de masa muscular)
  • Anemia
  • Enfermedades pulmonares
  • Fragilidad
  • Artritis
  • Susceptibilidad a enfermedades infecciosas

Por otra parte, es importante considerar un término que también abona de manera “natural” a la aparición del inflammaging: la “inmunosenescencia”, que se refiere a cambios en el funcionamiento del sistema inmune con la edad. Este envejecimiento inmunológico ocasiona que se tenga una menor capacidad de adaptación para defenderse ante nuevas agresiones, mientras que la respuesta inmune innata producirá un mayor número de citocinas; es decir, un aumento en la respuesta inflamatoria que contribuirá a los efectos del inflammaging.

Sin embargo, en estos últimos años se ha demostrado un interés en los cambios de factores modificables como el estilo de vida, ya que pueden atenuar significativamente el proceso de inflammaging. Por una parte, el sistema inmune requiere de suficiente energía para funcionar adecuadamente en la defensa del cuerpo, una dieta deficiente ocasiona una alteración en su correcto funcionamiento.

Se ha evidenciado que el consumo equilibrado de macronutrimentos (proteína, hidratos de carbono y lípidos) y micronutrimentos (como la vitamina C y E), además de nutrimentos como ácidos grasos omega 3 (contenido en aceite de oliva, atún, salmón, etc.), contribuyen a reducir el proceso de inflamación. Mientras que, alimentos con alto contenido de azúcares simples (refrescos, dulces, galletas, pan dulce), grasas saturadas (contenidos en alimentos como mantequilla, leche entera, salchicha, jamones) y grasas trans (contenidas en alimentos como papas fritas, pollo frito, pan dulce industrial, sopas instantáneas), aumentan los niveles de citocinas proinflamatorias.

Además, el hacer actividad física diario es un método de prevención infravalorado de diversas enfermedades crónicas y del inflammaging. Cada vez hay más pruebas de que la inactividad física y sus consecuencias, como la acumulación de tejido adiposo y la pérdida de masa muscular, tienen un impacto negativo en la respuesta inmune innata y adaptativa, favoreciendo la producción de células proinflamatorias.

Se ha demostrado que realizar una actividad física intensiva de 3 a 5 veces por semana durante un promedio de 30 minutos mejora la función inmunológica, disminuye la producción de citocinas, aumenta una respuesta antiinflamatoria y fortalece la barrera de mucosa que protege de microorganismos infecciosos.

Si tienes alguna duda de cómo cuidar tu salud para tener un envejecimiento saludable, acércate a un profesional de la nutrición para que te oriente sobre las pautas a seguir, no dejes pasar más tiempo.

 

Referencias:

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