La justicia social como responsabilidad común

Desde 2008 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó el 20 de febrero como Día Internacional de la Justicia Social; pero es importante tener presente a qué nos referimos con este concepto y de qué manera nos involucra. 

La justicia social es una noción que hemos asignado como humanidad para referirnos a aquella estructura que posibilita que cualquier ser humano o grupo social tenga garantizado el derecho para un desarrollo pleno, para una vida digna; es también un concepto que remite a que las condiciones sean las adecuadas para que todas las personas puedan tener asegurada la igualdad de oportunidades y de esta manera accedan a las mismas posibilidades sin importar el grupo social al que se pertenece. 

Los seres humanos independientemente del lugar que ocupemos en el mundo, tenemos las mismas necesidades y es por ello que se requiere que en todos los casos, éstas sean satisfechas pues todos y todas merecemos un desarrollo pleno y digno; no solo se requiere asegurar lo básico para la supervivencia, sino que también se necesita tener garantizados derechos sociales, políticos, económicos y ambientales. La justicia social necesitaría incidir para que esto fuera una posibilidad. 

No sirve de nada (o de muy poco) que esto quede solo en un concepto, se requiere que se traduzca en acciones y estamos muy lejos de alcanzarla como lo demuestran los datos. De acuerdo al Informe de Oxfam 2022, el ingreso de los 10 hombres más ricos se había duplicado mientras que el ingreso del 99% de la población se había deteriorado como consecuencia de la pandemia; el 1% más rico a nivel mundial ha acaparado cerca de 20 veces más riqueza que la mitad de la población más pobre de mundo.

En este mismo informe se señala que las emisiones de las 20 personas más ricas a nivel planetario es 800 veces superior a las de cualquier otra persona que vive en pobreza; después de saber estos datos valdría la pena preguntarnos ¿qué es lo pertinente analizar y reflexionar en este día? Evidentemente no hay justicia social cuando a causa de esta desigualdad miles de seres humanos mueren o padecen de una situación inhumana ya sea por falta de alimento, adecuada nutrición, por no tener acceso a servicios de salud, por condiciones de deterioro ambiental en su localidad o por violencia entre otras muchas cosas. 

La violencia que actualmente vivimos es, en parte, resultado de estas condiciones a las que se ha sometido a gran parte de la población, se requiere la desarticulación de esas estructuras que reproducen constantemente la opresión y violencia hacia estos grupos. Observar la situación contextual nos demuestra una y otra vez que el sistema que actualmente impera está fincado desde la lógica de la necropolítica, no es de beneficio común; se requiere retomar otras formas de habitar el mundo más humanas, fraternas, empáticas que estén basadas en la vida y la dignidad humana. 

A pesar de este panorama desolador, no debemos abandonar la esperanza y desde el lugar en el que estemos, podemos impulsar acciones que contribuyan a generar las condiciones de bienestar para todo ser; en este sentido, la educación (formal e informal) juega un papel determinante. Las Universidades confiadas a la Compañía de Jesús han apostado por orientar su acción en favor de la justicia social, desde la formación de estudiantes comprometidos con un mundo que vaya orientado en esta dirección, hasta la incidencia en investigación y políticas públicas que aporten en ese sentido. 

Es necesario repensarnos como humanidad y replantearnos el mundo en el que queremos habitar, desde la acción individual y colectiva tenemos que ocuparnos de construir las estructuras sociales adecuadas para el bienestar común; finalmente, la justicia social es responsabilidad común. 

Referencias:

https://www.oxfam.org/es/informes