Ucrania en medio de la rivalidad emergente entre EE. UU. y China

La crisis que se desarrolla en la ex República Soviética de Ucrania es preocupante, pero no solo por las razones que dan los gobiernos occidentales y los medios de comunicación. La crisis es la última expresión de una creciente rivalidad entre EE. UU. y China, y el nuevo enfoque de Occidente en Rusia es una estrategia para contener a Beijing. Sin embargo, esta estrategia parece estar fallando, ya que está acercando a China y Rusia. ¿Servirá esto en última instancia para dividir el mundo entre dos bandos en una segunda Guerra Fría, esta vez entre Estados Unidos y China?

El conflicto en Ucrania no es una aberración, sino más bien uno de los muchos conflictos inevitables que se están desarrollando como resultado de las crecientes rivalidades entre las grandes potencias. En 1916, el revolucionario ruso Vladimir Ilich Lenin escribió un libro titulado “El imperialismo, la etapa superior del capitalismo”. A toda prisa y mientras estaba exiliado en Zúrich, argumentó que el imperialismo es un sistema global de dominación entre grandes rivales capitalistas que necesitan competir por mercados y territorios a escala global. Esto significa que el conflicto entre esos principales rivales capitalistas es inevitable.

Aunque Lenin estaba pensando y escribiendo sobre el capitalismo global durante la Primera Guerra Mundial, esto es igualmente aplicable a la actualidad. China, Alemania, Gran Bretaña, Francia y Rusia, en función de su poder económico, capital financiero, influencia política y gasto militar, compiten entre sí. Pero la rivalidad entre Estados Unidos y China es la principal rivalidad. De hecho, China, como una potencia global en ascenso, está inevitablemente compitiendo con la única superpotencia existente, los EE. UU., por los mercados y el territorio. Esta rivalidad amenaza con explotar, ya que se expone por la lógica que representa: la naturaleza del sistema del capitalismo y la inevitabilidad de la guerra entre las potencias contendientes.

El conflicto actual no debería ser una sorpresa. Los ex asesores de seguridad nacional de EE. UU., Zbigniew Brzezinski y Henry Kissinger, incluso George Kennan, artífice de la contención de la Guerra Fría, advirtieron que expandir la OTAN daría como resultado “una nueva Guerra Fría, que probablemente termine en una caliente”.

El análisis de Brzezinski, Kissinger y Kennan se sustenta en el hecho de que Rusia considera que Europa del Este es su esfera de influencia, ya sea porque muchos de los países de Europa del Este formaron parte del Imperio Ruso, y luego de la Unión Soviética, o porque eran miembros del Pacto de Varsovia. Rusia también tiene un claro interés de seguridad en controlar o despolitizar un corredor que, históricamente, se ha utilizado para atacarla. Cercar a Rusia ha llevado al resultado predecible que vemos en las noticias a lo largo del día.

Es probable que el cerco de la OTAN a Rusia y las acciones de los EE. UU. en torno a China en Asia solo acerquen a Rusia y China para beneficiarse con proyectos de inversión e infraestructura.

En 2022, parece que las políticas occidentales han acercado a Rusia y China. ¿El Occidente presionará a Rusia y China para que continúen creando un sistema financiero alternativo que atraiga a los países en desarrollo (y quizás desarrollados) a su órbita? ¿Animará a China a retomar Taiwán? Las circunstancias de hoy pueden haber cambiado desde la época de Lenin, pero la dinámica obstinada del sistema de asuntos mundiales no lo ha hecho.

El Dr. Jiri Sykora es académico de las Relaciones Internacionales de Universidad Iberoamericana, campus León. Su trabajo analiza las Políticas Regionales de la Unión Europea y su línea de investigación se relaciona con la política exterior de la Federación de Rusia y con las crecientes rivalidades entre las grandes potencias del siglo XXI.
Colaboración entregada el 10 de octubre 2022.