Reconciliación con la creación

Reconciliación con la creación

Querida comunidad universitaria, comparto las siguientes reflexiones en el marco de la ya próxima celebración del día internacional del agua, 22 de marzo. Fecha que renueva nuestra conciencia sobre el creciente deterioro del medio ambiente como consecuencia de las diversas acciones humanas; al mismo tiempo que alienta y fortalece nuestra colaboración para valorar y preservar la casa común que todas y todos compartimos. La importancia de responder al desafío ecológico no sólo radica en la pregunta por el tipo de mundo que hemos construido y que actualmente vivimos, sino también en las condiciones de vida que heredaremos a las venideras generaciones, es decir, el futuro del planeta para la especie humana en relación con toda forma de vida, desde los mares hasta los bosques, incluyendo los múltiples estilos de vida en el campo y la ciudad. En este sentido, la crisis ambiental ha de entenderse como una relación que por complejas causas se ha roto.Vivimos en un mundo herido necesitado de reconciliación.

Los jesuitas y todos aquellos y aquellas que formamos parte de la familia ignaciana estamos involucrados en esta tarea, restablecer las relaciones justas con los demás y con la creación. Las últimas dos Congregaciones Generales (CG35 y 36) han querido expresar nuestra misión por la fe y la justicia en clave de reconciliación. Nos invitan a establecer puentes en las tensiones que desgarran el tejido social de nuestras sociedades, especialmente en las fronteras donde se pone en juego la dignidad de las personas y donde se han quebrado las condiciones de una sociedad justa y de un medio ambiente sostenible. Si bien es cierto que todos vamos en la misma barca, lamentablemente los más afectados por las consecuencias del creciente deterioro del ecosistema son los más pobres, los sectores de la población más vulnerables.

El Papa Francisco, en su encíclica Laudato Si, apela a una conversión ecológica, a un cambio de mirada, que pasa por un estilo diferente de vida, por una concepción diferente de lo que somos como seres humanos. La conversión implica ver el mundo no como un lugar para el saqueo y el expolio, sino como algo sagrado en donde Dios habita. Este cambio del corazón considera al ser humano no como un alguien que tiende a establecer relaciones instrumentales con todo, sino como la persona que se sabe hermanada con los demás, pues no sólo comparte una casa común, sino que procede de un mismo origen (reconoce cierta hermandad y por tanto una filiación común); para la tradición judeo cristiana su dignidad procede de esta relación en donde nos reconocemos hijos e hijas de un mismo Padre-Madre, hermanos y hermanas entre nosotros.

En este mismo sentido, el actual Superior General de los jesuitas, P. Arturo Sosa, S.]., nos recuerda que la reconciliación con la creación es un desafío para nuestra vida personal y comunitaria: “estamos llamados a cambiar en aquellos aspectos de nuestra vida en los que hemos asimilado hábitos de consumo e instrumentos de trabajo que no benefician el medio ambiente y fortalecen el modelo socio-económico, que el Papa Francisco, en su encíclica Laudato Si’, considera una amenaza para la vida en nuestra casa común’ que es el planeta tierra”.

Para la Ibero, como universidad confiada a la Compañía de Jesús, esta invitación a la reconciliación con la creación, se ha de ver reflejada en el fortalecimiento de una serie de acciones (investigaciones, vinculaciones y propuestas) que en el contexto local y regional pongan en la agenda sociopolítica el tema de la sustentabilidad medioambiental. Proyectos que partan de una mirada agradecida sobre los bienes comunes, del reconocimiento del mundo como un lugar habitable para todos y todas, de la sensibilidad y conciencia de la relación y comunión que somos (con las demás criaturas y formas de vida). Impulsar propuestas de transformación social sustentable, alternativas a los modelos dominantes de explotación y expolio de los recursos naturales que llevan consigo el privilegio de unos pocos y la vulneración de los derechos fundamentales de las personas en la autodeterminación de sus territorios y en la preservación de sus identidades. Como universidad jesuita la reconciliación con la creación ha de ser entendida como obra de la justicia, lo cual implica contribuir desde una perspectiva ética al cuidado del ecosistema. Que este 22 de marzo, día internacional del agua, alimente nuestra pasión por el cuidado del mundo. Enhorabuena por las acciones y propuestas del Programa Institucional de Sustentabilidad.

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