En una época caracterizada por un crecimiento económico sin precedentes, resulta paradójico que predomine una sensación de ansiedad generalizada a nivel global. Para el teólogo Paul Tillich la ansiedad se distingue de otras emociones –como la angustia o el desasosiego– porque no está vinculada a un objeto concreto; su objeto es, en realidad, la negación de los objetos. Sin duda, los múltiples recursos tecnológicos y materiales con los que contamos actualmente nos facilitan esquivar la realidad y evadir nuestra cualidad de inter-ser. En este proceso de distanciamiento acelerado dejamos atrás nuestras identidades compartidas, transformando la vida y la tierra en objetos estériles. Además, las resistencias que hemos generado para hacerle frente a las manifestaciones de sufrimiento e injusticia mantienen las relaciones de poder intactas, al mismo tiempo que reafirman nuestra sensación de vacío y vértigo.